Palabras de espiritualidad

La lucha con los pensamientos que se oponen al servicio a Dios y a la oración

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Si practicas la virtud y no te preocupa lo insustancial, sino sólo lo concerniente al alma, muéstrale tu debilidad al Señor y no serás tentado por los demonios, por lejos que te halles de tu protector.

Reconfórtate con la lectura de las Divinas Escrituras con un equilibrio legítimo, no sea que, por causa de la dejadez de tu mente, acabe ensuciándose la visión de tu entendimiento con figuraciones extrañas y desmedidas. No pongas a prueba tu mente con un sinnúmero de pensamientos, o con los tentadores tormentos, aún creyendo que no has sido vencido por ellos. Porque así es como muchos sabios se han enajenado y hasta han llegado a enloquecer.

No ocultes el fuego (del pecado) en tu interior, en tanto no hayas sometido tu cuerpo a los rigores de la ascesis. Es muy difícil someter al yugo de la santidad el ímpetu de la juventud. La mente empieza a oscurecerse (esto deja una señal visible en el alma), cuando el hombre titubea en servirle a Dios y orar. Porque no hay otra desviación en el alma, que alejarse primero de la oración y del servicio (a Dios). Cuando le falta el auxilio de Dios, el alma cae fácilmente en las manos de sus enemigos. Aún más: cuando el alma deja de preocuparse por el trabajo de las virtudes, empieza a buscar lo opuesto a ellas. Ciertamente, cuando algo cambia en una parte cualquiera, desde ese punto empezamos a entrar en la parte contraria. Si practicas la virtud y no te preocupa lo insustancial, sino sólo lo concerniente al alma, muéstrale tu debilidad al Señor y no serás tentado por los demonios, por lejos que te halles de tu protector.

(Traducido de: Sfântul Isaac SirulCuvinte despre nevoință, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, p. 149)