La lucha contra ti mismo y contra tu propio estado de pecador es la batalla más difícil del mundo.

Si no nos decidimos a emprenderla o si lo hacemos sin valentía y sin fe, tropezando a cada paso, nuestros pecados nos seguirán incluso después de morir. Y ahí serán sometidos al llamado “juicio particular”, que todos los difuntos deben enfrentar.

(Traducido de: Sfântul Luca al Crimeei, La porțile Postului Mare, Editura Biserica Ortodoxă, Bucureşti, 2004, p. 33)