Palabras de espiritualidad

La lucha más dura en el camino del joven

  • Foto: Benedict Both

    Foto: Benedict Both

Esa misma lucha la han librado todos o casi todos los monjes. Es algo que tampoco pueden evitar quienes toman el camino del matrimonio. El pecado, especialmente el de naturaleza carnal, empieza con los pensamientos.

Viviendo en el mundo, que no se nos olvide que el cristiano está llamado a participar en la “lucha invisible” contra el pecado, la lucha por la pureza y el amor, por el bien y por la obtención del Espíritu Santo, Quien, como nos dice el Señor (Lucas 17, 21), debe morar en nuestro interior.

Cada cristiano debe ser un soldado de Cristo, Dios nuestro, un combatiente que lucha sin cesar con el pecado, que busca alcanzar la alegría de encontrar al Espíritu Santo ya en este mundo.

John Mott, fundador del movimiento de estudiantes cristianos de los Estados Unidos, definió la lucha contra el pecado del desenfreno como “la lucha más difícil en la vida de un estudiante”. Esa misma lucha la han librado todos o casi todos los monjes. Es algo que tampoco pueden evitar quienes toman el camino del matrimonio. El pecado, especialmente el de naturaleza carnal, empieza con los pensamientos: “Del corazón del hombre proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricia, maldad, engaño, desenfreno, envidia, blasfemia, soberbia e insensatez. Todas esas cosas malas salen de dentro y hacen impuro al hombre” (Marcos 7, 21-23). Por eso, es necesario controlar permamentemente nuestros pensamientos, sobre todos esos que tienden a lo perverso, como el placer físico, el desenfreno y el orgullo.

En su Sermón de la montaña, Cristo dijo: “Sabéis que se dijo: No cometerás adulterio. Pero Yo os digo que todo el que mira a una mujer con mal deseo ya ha cometido con ella adulterio en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te pone en peligro de pecar, arráncatelo y tíralo, porque te conviene perder uno de tus miembros antes que todo tu cuerpo sea arrojado al fuego” (Mateo 5, 27-29).

El conocido psicólogo, W. James, sostenía que es normal que el hombre que se ha entregado al desenfreno termine en un burdel, en tanto que San Marcos el Asceta escribió: “Si pecas, no culpes a tu cuerpo, sino a tu mente, porque, si antes no hubiera aparecido ese pensamiento, el cuerpo no le habría seguido”. Entonces, el primer consejo en la lucha con los pensamientos es evitar participar en conversaciones “picarescas” y bromas similares. Si no consigues interrumpir a tu interlocutor, no le alientes a que siga con el tema, ni siquiera con tu sonrisa. Mientras tanto, lo mejor es repetir con tu mente la “Oración de Jesús”..

(Traducido de: Pr. Prof. Gleb Kaleda, Biserica din casă, Editura Sophia, București, 2006, pp. 218-219)