Palabras de espiritualidad

La luz de Cristo

  • Foto: Andrei Agache

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De ese sol que puedes percibir, eleva tu mente al otro, al eterno Sol de la Verdad, Cristo, el Hijo de Dios, que ilumina de forma inenarrable a los justos.

Todos los días puedes ver cómo el sol brilla agradablemente, iluminando el mundo entero y llenándolo de alegría. De ese sol que puedes percibir, eleva tu mente al otro, al eterno Sol de la Verdad, Cristo, el Hijo de Dios, que ilumina de forma inenarrable a los justos y eternamente los regocijará y los iluminará, de manera que ellos mismos “brillarán como soles en el Reino de su Padre, de acuerdo a Su promesa que es cierta (Mateo 13, 43).

Y de este mundo visible, que recibe el brillo de los rayos del sol, dirige tu mente a la ciudad descrita en el Apocalipsis, en el Jerusalén de lo Alto, que “no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero” (Apocalipsis 21, 23), en donde “noche ya no habrá; no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los alumbrará y reinarán por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 22, 5).

(Traducido de: Sfântul Tihon din Zadonsk, Dumnezeu în împrejurările vieţii de zi cu zi, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, p. 63)