La Madre del Señor, madre también de nuestras almas
Tenemos a la Madre del Señor como ejemplo de misericordia para quienes la necesitan, sabiendo que no es sólo la Madre del Salvador, sino también madre nuestra.
“¡Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo!” Así habló el ángel, así lo hacemos también nosotros, por eso tenemos la alegría de venerar a la Madre del Señor.
A la Madre del Señor la vemos así como nos la presenta la Iglesia: la tenemos en nuestra alma con toda nuestra devoción y nos esforzamos en seguir su ejemplo de sumisión frente al Señor, de cuidado a los demás y de silencio; éste último se extrae del hecho que los Santos Evangelios nos presentan muy pocas palabras pronunciadas por ella.
Tenemos a la Madre del Señor como ejemplo de misericordia para quienes la necesitan, sabiendo que no es sólo la Madre del Salvador, sino también madre nuestra. Pensamos también en las prerrogativas maternas que tiene la Santísima Virgen María hacia los fieles que hacen lo que ella les pide, obedeciendo a nuestro Señor Jesucristo.
(Traducido de: Arhimandrit Teofil Părăian, Maica Domnului, Raiul de taină al Ortodoxiei, Editura Eikon, Cluj-Napoca, 2003, p. 28)