La Madre del Señor nos protege y ayuda. ¡Tan sólo debemos pedírselo!
Cuando Gregorio volvió en sí, una profunda felicidad comenzó a llenarlo, al haber sido atendida su oración tan rápidamente y con tanto esmero. Tiempo después, habría de decir: “a partir de ese momento encontré con facilidad todo lo necesario para subsistir, allí a donde fui”.
Una vez, orando San Gregorio frente al ícono de la Purísima Madre de Dios, le pedía fervientemente su amparo, tanto para sí mismo como para sus discípulos, además de su auxlio para sortear cualquier obstáculo en el camino hacia la paz absoluta. Asimismo, rogaba a la Virgen asumir el cuidado de todas sus necesidades en este mundo.
Como respuesta a sus súplicas, la Madre del Señor se le apareció en una visión, vestida humildemente como las demás doncellas vírgenes, así como la vemos retratada en los santos íconos. Entonces, volviéndose a la multitud que la acompañaba portando velas encendidas, les dijo: “¡A partir de hoy auxiliarán a Gregorio y sus discípulos, dándoles lo que les haga falta!”.
Cuando Gregorio volvió en sí, una profunda felicidad comenzó a llenarlo, al haber sido atendida su oración tan rápidamente y con tanto esmero. Tiempo después, habría de decir: “a partir de ese momento encontré con facilidad todo lo necesario para subsistir, allí a donde fui”.
(Traducido de: Viaţa şi nevoinţele celui între sfinţi părintelui nostru Grigorie Palama, Arhiepiscopul Thessalonicului, traducere de Constantin Făgeţan, Editura Egumenița, București, 2006, p. 23)