La Madre del Señor y la cuenta de quienes visitan el Santo Monte Athos
Salió corriendo de la iglesia y se dirigió al mar. Cuando llegó, la mujer ya no estaba ahí. Con los ojos llenos de lágrimas, le pidió a la Madre del Señor que se le mostrara otra vez.
En 1980, el padre Andrés, antiguo stárets del Monasterio de San Pablo, residía en uno de los pabellones del monasterio, en Monoxilitis, a la entrada del Santo Monte, en donde se pueden observar tres escollos (tris adelfia).
Un día, bajando a la orilla del mar para juntar algo de leña, vio que una mujer vestida de negro permanecía de pie sobre una de esas rocas, sosteniendo en la mano tres libros. Pero los ojos del padre fueron incapaces de reconocer que se trataba de la Madre del Señor. Así, al verla, el padre Andrés permaneció dubitativo. Se acercó un poco y gritó: “¿Quién eres y qué haces aquí? ¡Quizá pueda ayudarte con algo!”. Entonces, la Madre del Señor le respondió: “Soy la Soberana de estos lugares. En un libro anoto a quienes vienen al Santo Monte y se quedan para siempre, en el segundo a quienes vienen y se esfuerzan por un tiempo, pero después se van, y en el tercer libro a quienes sólo vienen de visita y se van”.
El padre Andrés la vio con incredulidad y, tomando sus trozos de leña, partió de vuelta a casa. Después se fue a la iglesia para oficiar las Vísperas. En un momento dado, al elevar la mirada al ícono de la Madre del Señor, un estremecimiento le sacudió... ¡era el mismo rostro que había visto esa mañana, el de la mujer a orillas del mar! Sólo entonces entendió todo. Salió corriendo de la iglesia y se dirigió al mar. Cuando llegó, la mujer ya no estaba ahí. Con los ojos llenos de lágrimas, le pidió a la Madre del Señor que se le mostrara otra vez. En ese mismo instante, un dulce aroma inundó todo el lugar... aunque la Madre de Dios ya no volvió a aparecer.