Palabras de espiritualidad

La madre Xenia Velisarie, prima del gran poeta Mihai Eminescu

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Deja que me lleve a la pequeña al monasterio para que la eduquemos allí, y más tarde se haga monja, para que le pida siempre a Dios por toda la familia. Además, ella será nuestra heredera en el monasterio.”

Madre Xenia Velisarie, del Monasterio Agafton, Rumanía (1852-1926)

La madre Xenia Velisarie fue una flor bendita en la comunidad del Monasterio Agafton (Botoșani, Rumanía). Originaria de la localidad de Ipoteşti, su mamá era la hermana del gran poeta Mihai Eminescu y de las monjas Febronia, Sofía y Olimpiada Iuraşcu (del mismo Monasterio Agafton). Cuando la pequeña Xenia tenía diez años, un día vino a verla la esquema-monja Febronia, y le dijo a su mamá:

—Hermana mía, veo que tienes muchos hijos y que eres pobre. Deja que me lleve a la pequeña al monasterio para que la eduquemos allí, y más tarde se haga monja, para que le pida siempre a Dios por toda la familia. Además, ella será nuestra heredera en el monasterio.

—¡Con toda alegría, madre Febronia!

Así fue como la que habría de convertirse en la madre Xenia entró al monasterio. Allí fue educada con dedicación por sus tías, aprendiendo desde pequeña lo que es la obediencia, la humildad, el canto bizantino y la santa oración. Cuando tuvo la edad suficiente para ello, fue tonsurada, y desde ese día no dejó de exaltar al Señor día y noche. Sus discípulas dicen que la madre Xenia siempre fue una persona callada, algo retraída y amante del sosiego; oraba mucho, ayunaba siempre y tenía el don del llanto (al orar).

—¿Por qué llora, madre Xenia? —le preguntaban sus discípulas.

—Lloro por mi primo (el mencionado poeta Mihai Eminescu), porque tuvo una vida agitada y murió siendo muy joven... Siempre venía a visitarnos. Nos leía parte de lo que escribía, y nosotros le hablábamos de Dios y lo exhortábamos a orar. Desde entonces me ocupo de que siempre se realicen oficios en memoria suya, en la iglesia del monasterio.

Sesenta años vivió la madre Xenia en el Monasterio Agafton, glorificando a Dios y orando por los demás. En el verano de 1926 entregó su alma a Dios y fue enterrada en el cementerio del monasterio.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 512 - 513)