La más genuina expresión de la alegría cristiana
La espiritualidad ortodoxa es, en esencia, pascual, y el contenido real de la vida en la Iglesia es la alegría. Hablamos de las fiestas de la Iglesia: cada una de ellas es la expresión de la alegría cristiana.
La espiritualidad ortodoxa es, en esencia, pascual, y el contenido real de la vida en la Iglesia es la alegría. Hablamos de las fiestas de la Iglesia: cada una de ellas es la expresión de la alegría cristiana.
La única cosa que el niño acepta incondicionalmente es la alegría. El problema es que hemos transformado el cristianismo en algo tan maduro, tan serio, tan triste y tan solemnte, que casi lo hemos vaciado de esa alegría. Pero Cristo Mismo dijo: “Os aseguro que, si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de Dios” (Mateo 18, 3). Ser como un niño significa ser capaz de experimentar la alegría espiritual que un adulto casi ya no tiene. Poder entrar sin miedo, sin frustración, en comunión con las cosas, la naturaleza y nuestros semejantes. A menudo nos valemos de la palabra “gracia”. Pero ¿qué es la gracia? En su forma griega, – kharisma –, significa no solamente don sino también alegría. “Vuestro corazón se alegrará y nadie os quitará ya vuestra alegría” (Juan 16, 22). Cuando estamos afuera de la iglesia y el sacerdote exclama: “¡Cristo ha resucitado!”, la noche se vuelve, en palabras de San Gregorio de Nisa, “más resplandeciente que el día”. Esta es la verdadera raíz, el verdadero poder de la experiencia cristiana. Solamente volviendo a esa alegría podemos entender todo lo demás.
(Traducido de: Biografia unui destin misionar – Jurnalul Părintelui Alexander Schmemann, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2004, p. 30)