Palabras de espiritualidad

La medida de la sabiduría

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

El demonio fue atrapado en la misma trampa urdida para el Señor: él fue crucificado, aunque esperaba crucificar al Señor; él fue quien murió, aunque esperaba destruirlo a Él con la muerte

Las mismas sabiduría e inteligencia, que parecieran ser los más apreciados bienes de los hombres, resultan también banales, porque envanecen y le otorgan al hombre una engañosa superioridad... Ciertamente, el hombre no es nada si le falta la sabiduría que solamente Dios puede otorgar. El demonio fue muy listo y sagaz, pero no logró nada con su astucia dirigida hacia el hombre. Todo lo que hacía contra el hombre, en contra de sí mismo lo hacía, sin darse cuenta. No daño tanto al hombre —a quien esperaba apartar de Dios y de la vida eterna—, como se traicionó a sí mismo, porque se alejó de Dios y fue condenado a la muerte eterna. El demonio fue atrapado en la misma trampa urdida para el Señor: él fue crucificado, aunque esperaba crucificar al Señor; él fue quien murió, aunque esperaba destruirlo a Él con la muerte. Si el dueño de este mundo (Juan 12,31), el principal, el gran e invisible maestro de la sabiduría terrenal, es atrapado en las trampas de su propia mente y es capaz de cometer la más grande locura, con mayor razón sus discípulos, sus imitadores, aunque inventen incontables artimañas con sus mentes, “alardeando de sabios, se hacen necios” (Romanos 1, 22).

(Traducido de: Sfântul Ierarh Vasile cel Mare, Omilii şi cuvântări, Editura IBMBOR, Bucureşti, 2004, pp. 321-322)