Palabras de espiritualidad

La mejor receta para la paz familiar

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Mucho sufrían las pobres mujeres, porque casi todas tienen esposos alcohólicos y agresivos... Así que le di, a cada una, un frasquito con agua bendita...

En cierta zona de los Cárpatos, un sacerdote fue denunciado ante su obispo, por efectuar quién sabe qué hechizos para que los hombres dejaran de maltratar a sus esposas. Visitó entonces el obispo al sacerdote señalado, y le pidió que le explicara el origen de aquella acusación. Entonces, el sacerdote respondió: “¿Qué otra cosa podía hacer, Su Eminencia...? Mucho sufrían las pobres mujeres, porque casi todas tienen esposos alcohólicos y agresivos... Así que le di, a cada una, un frasquito con agua bendita, diciéndoles: «Cuando tu marido vuelva a casa, toma una cucharadita de agua bendita y manténla en la boca, sin tragártela, hasta que él se vaya a dormir». Y así se terminaron las peleas y los golpes, porque ya no podían abrir la boca y reclamar sin parar. Eso sí, les agregaba: «Si no puedes evitar tragarte el agua bendita, sírvete inmediatamente otra cucharadita y manténla todo el tiempo que sea posible. De lo contrario, no tendrá ningún efecto».”

Hagamos lo mismo nosotros también: imaginémonos, cuando sintamos un deseo incontenible de hacer justicia con nuestras propias palabras, que tomamos una cucharadita de aquella agua bendita y que callamos, orando. “Permanezco así, Señor, callando, sin hacer justicia por mis propios medios, esperando a que actúes Tú”... Descubriremos perspectivas de una profundidad y una belleza inimaginables para nuestra pobre mente, prisionera de tantos conflictos sin solución…

Y sentiremos, entonces, la alegría de Dios.

(Traducido de Monahia Siluana Vlad, Deschide Cerul cu lucrul mărunt, Editura Doxologia, Iași, 2013, p. 26)