Cuidemos nuestros cinco sentidos, padrecito.  Aprendamos a guardar la pureza, pero no solamente la del cuerpo. La pureza debe abarcar también a nuestro corazón y nuestros pensamientos. Ora todo el tiempo. No pongas atención a todo lo que te diga tu mente. Y cuando los pensamientos, las pasiones y las tentaciones te acechen, acude a la Madre del Señor e intenta cantarle: “En verdad eres digna…”, y ella te cubrirá con su manto. Si ella te ha cuidado hasta hoy, no tiene por qué no seguir haciéndolo. Luego, lo que hay que hacer es “engañar” al cuerpo y al demonio, diciéndoles: “¡Déjame en paz este año!”. Quién sabe lo que podrían cambiar las cosas de aquí al año siguiente... Así, padrecito… No dialogues con tus pensamientos. Mejor diles: “¡Váyanse de aquí!”. Es pecado solamente cuando te pones a urdir: “¿Qué hago? ¿Qué tropelía puedo cometer…?”.

(Traducido de: Părintele Paisie Olaru, Părintele Paisie de la Sihla, Editura Bizantină, București, 1999, p. 72)