La memoria del corazón
Los razonamientos de corazón pueden ser más sensatos que los fríos cálculos de la mente. ¡Qué lúcidos nos aparecen esos recuerdos del pasado, de todo aquello que hemos amado con el corazón!
A menudo, la memoria es considerada una característica del cerebro. Sin embargo, a mí me parece que la memoria más duradera es la del corazón. Lo que guardamos en el corazón no pasa nunca, no se pierde, se queda para toda la vida. Muchos se quejan de su falta de memoria... ¿no es posible que en la mayoría de los casos se trate de la más pura indiferencia? Si tuviéramos una actitud más cordial ante nuestras obligaciones, no las olvidaríamos. Todo lo que hemos amado deja una huella imborrable en el corazón, haciéndolo imposible de olvidar.
¿Cómo podemos desarrollar la “memoria del corazón”? Podemos aprender a ver “con los ojos del corazón” o podemos tener un “oído espiritual”, que nos cree una sensibilidad ante las cosas de alma, como no podrían hacerlo los sentidos del cuerpo. Del mismo modo, los razonamientos de corazón pueden ser más sensatos que los fríos cálculos de la mente. ¡Qué lúcidos nos aparecen esos recuerdos del pasado, de todo aquello que hemos amado con el corazón!
Conservemos en el corazón la memoria viva de todo lo que el Señor nos ha dado. Guardemos en el alma todas Sus palabras, toda la luz de Su inefable rostro, todos Sus milagros y trabajos, toda la vida del Salvador, que para nosotros es fuente de vida eterna.
(Traducido de: Fiecare zi, un dar al lui Dumnezeu: 366 cuvinte de folos pentru toate zilele anului, Editura Sophia, p. 206)