La misión del hombre frente a toda la creación
Este problema es fundamental, porque la creación brotada de la nada es llamada a participar de Dios. Esta es la vocación del hombre: estar unido totalmente a Dios, y con Él, al resto de lo creado.
Si Dios creó al mundo, ¿quién creó a Dios? ¿De dónde proviene Él?
—Creo que la Biblia es la única tradición religiosa de la humanidad que habla de una creación ex nihilo. En la metafísica hindú oriental, no existe una diferencia esencial entre el absoluto divino y la manifestación del mundo que vemos. Luego, al final, Dios y el universo entero son idénticos, en tanto que nosotros afirmamos que el mundo fue creado. Dios, evidentemente, no fue creado. Él es el Creador. El no está en el tiempo, en tanto que el mundo y el tiempo sí tuvieron un comienzo. Antes de la creación del universo, el tiempo no existía. Este problema es fundamental, porque la creación brotada de la nada es llamada a participar de Dios. Esta es la vocación del hombre: estar unido totalmente a Dios, y con Él, al resto de lo creado. El hombre tiene una responsabilidad ante la creación, hecho demostrado por San Pablo en Su Carta a los Romanos, cuando dice que toda la creación sufre dolores de parto, esperando su liberación por parte de los hombres. Estamos frente a un campo inmenso que se abre ante nosotros, mucho tiempo descuidado por la teología, especialmente por la teología occidental, que incluso opone el espíritu a la materia. Hay un problema con la transfiguración de la materia, y esta es la obligación del hombre. Y solamente desde esta perspectiva podemos superar la falsa oposición materialismo-espiritualismo.
En la visión de San Gregorio Palamás, tenemos que hablar de un materialismo espiritual o de un cuerpo espiritual (soma pnevmatikon) en el cual se ha sobrepasado cualquier dualismo de la filosofía griega y en el que actualmente podemos decir que todavía vivimos. Por tal razón, por ejemplo, hablamos de la resurrección de los cuerpos y no de una simple salida del alma del cuerpo, para la enternidad; no rechazamos los aspectos materiales de la vida.
(Traducido de: Celălalt Noica – Mărturii ale monahului Rafail Noica însoțite de cîteva cuvinte de folos ale Părintelui Symeon, ediția a 4-a, Editura Anastasia, 2004, pp. 146-147)