La música bizantina sana la depresión
La música bizantina es muy sencilla, cuando el alma la aprecia. ¡Qué grande es el provecho que ofrece al alma! El que conoce esta música y es humilde, tiene la Gracia de Dios. Puede que esté por encenderse, por enfadarse, pero se preocupa por no arruinar la armonía, porque la furia y todos esos estados pecamisosos no concuerdan con ella.
La música bizantina santifica al hombre, sin necesidad de sacrificio alguno. Es un medio para sanar el alma del hombre caído, del que se encuentra preso de sus pasiones. Por eso, aquel sabio doctor del alma, el Piadoso Porfirio Kafsokalyvitis, dice:
“La música bizantina es muy útil para el alma. No debería haber ningún cristiano que no la conozca. Todos deberíamos aprenderla. Tiene un vínculo directo con el alma. La música santifica al hombre, sin necesidad de sacrificio alguno. Sin esfuerzo, alegrándote, te santificas”.
Especialmente, para sanar la depresión, la música bizantina es un medio muy eficiente. Y es que la música bizantina alivia la tristeza. Así, nos cuenta el Anciano:
“Hubo un tiempo en el que el rey Saúl fue presa de un demonio. Pero cuando venía David y cantaba para el soberano, aquel demonio salía huyendo. David cantaba salmos para el rey, cuando a éste lo atacaba el espíritu de la depresión. Sí, cantando salmos, David hacía que aquel demonio desapareciera. Luego, ¿en dónde están todos esos que buscan por todas partes cómo sanar su tristeza?
El hombre sano vive en armonía. Y la armonía es virtud. El stárets decía:
“La música bizantina es muy sencilla, cuando el alma la aprecia. ¡Qué grande es el provecho que ofrece al alma! El que conoce esta música y es humilde, tiene la Gracia de Dios. Puede que esté por encenderse, por enfadarse, pero se preocupa por no arruinar la armonía, porque la furia y todos esos estados pecamisosos no concuerdan con ella. Y así, poco a poco, empieza a odiar la maldad y se llena de virtud, que es armonía”.