Palabras de espiritualidad

La negación de sí mismo y la integridad del cristiano

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Dios quiere que quienes le sigan tengan personalidad, identidad y dignidad, que sepan qué hacen y que sean responsables por lo que hacen.

Que el hombre se niegue a sí mismo no significa que renuncie a su propia personalidad. No significa que renuncie a su identidad. No significa renunciar a su responsabilidad en la sociedad, en su puesto de trabajo, en su familia. Significa renunciar a tu ego, a tu egoísmo. Hay algunas personas que, ante cualquier discusión, dicen: “Yo hice tal cosa”, “Yo pensé tal cosa”, “Yo”, “Yo”, “Yo” y “Yo”, una y otra vez. Centran todo en sí mismas, en sus intereses, en su propia persona. Se olvidan de los demás. Se olvidan de Dios.

Dios no quiere, en ningún caso, ser seguido por hombres sin personalidad, sin identidad. Al contrario, Él quiere que quienes le sigan tengan personalidad, identidad y dignidad, que sepan qué hacen y que sean responsables por lo que hacen. Luego, negarse a sí mismo no es odiarse a sí mismo, sino renunciar a toda forma de egoísmo.

Sólo así se reconcilia el mandamiento de amarse a sí mismo con el mandamiento de renunciar a uno mismo, rompiendo toda contradicción. Negarse a sí mismo es renunciar a la supremacía del “Yo” sobre el “Tú”, como decía alguien; es volver a la igualdad, la fraternidad, el amor.

(Traducido de: Mitropolitul Antonie PlămădealăTâlcuiri noi la texte vechi, Editura Sophia, București, 2011, p. 46)