Dios nos pedirá cuentas, a cada uno, al preguntarnos si supimos multiplicar cada don que nos haya otorgado.

Si a uno Dios le dió cinco dones, deberá multiplicarlos hasta llegar a diez: no es suficiente con llegar hasta nueve. Por eso, esfuércense con humildad y con discernimiento en obtener la nota máxima, porque Dios nos pedirá explicarle si hemos multiplicado los talentos que recibimos, si esos dos los convertimos en cuatro, si esos cinco los hicimos diez. En consecuencia, cada talento que hayamos duplicado, será premiado por Dios con la nota máxima.

Y si alguien, debido a su devoción y no al egoísmo, de un talento llega a adquirir diez, no sólo conseguirá conmover a Dios, sino incluso a esos que tienen corazón de piedra.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovniceşti, Vol. V Patimi și virtuți, Editura Evanghelismos, București, 2007, p. 155)