Palabras de espiritualidad

La obediencia es una disposición divina

  • Foto: Tudorel Rusu

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Translation and adaptation:

El Hijo de Dios se hizo obediente al Padre Celestial hasta la muerte, para sanar la desobediencia de los primeros hombres.

La obediencia es una disposición divina, universal y eterna. Sólo Dios es autónomo, no depende de nadie. Toda criatura, visible o invisible, material o espiritual, fue creada por Dios con un propósito determinado y dotada con ciertas cualidades para la realización de este objetivo. Toda criatura, entonces, le obedece y cumple con Sus mandatos.

La criatura racional —ángeles y hombres—, provista de libertad propia, puede rechazar obedecer las disposiciones del Creador. Pero, este rechazo, esta desobediencia, significa rechazar el destino propio, oponiéndosele al Creador y Soberano. Las dos más grandes desobediencias de la criatura resultaron ser catastróficas. Los ángeles desobedientes, de la gloria celestial pasaron a ser oscuros demonios. Y el hombre, de la felicidad del Paraíso volvió a la tierra de donde fue tomado y cambió el curso de la entera historia de la humanidad. Por eso, el Hijo de Dios se hizo obediente al Padre Celestial hasta la muerte, para sanar la desobediencia de los primeros hombres.

Entonces, la obediencia a Dios es una Ley santa para el hombre. Dios dispuso la autoridad eclesiástica y terrenal y las leyes a las que todo hombre debe someterse y obedecer.

(Traducido de: Ieromonah Petroniu Tănase, Chemarea Sfintei Ortodoxii, Editura Bizantină, București, 2006, p. 124-125)