Palabras de espiritualidad

La ofrenda para Dios se toma del primer fruto

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Después de terminar la cosecha y antes de partir con los demás, David elegía uvas rojas y limpias de esa recolecta; después de separarlas, se decía a sí mismo: “Estas uvas las estrujará la presbítera con sus manos y las pondrá en un vaso separado, para que el padre tenga vino rojo y puro para la Santa Liturgia”.

David no sólo era buen estudiante, sino que siempre realizaba con alegría aquello que se le pedía. Sobre todo en verano, entonces cuando su padre se ocupaba de toda clase de actividades agrícolas, David se dirigía con entusiasmo a los huertos, trabajando junto a él. Y es que se necesitaba la ayuda de muchas manos para la siega y la cosecha de las uvas. Al segar, David juntaba gavillas en toda el área, y sobre ellas ponía una cruz de madera. Lo mismo hacía con la cosecha en los viñedos. Después de terminar la cosecha y antes de partir con los demás, David elegía uvas rojas y limpias de esa recolecta; después de separarlas, se decía a sí mismo: “Estas uvas las estrujará la presbítera con sus manos y las pondrá en un vaso separado, para que el padre tenga vino rojo y puro para la Santa Liturgia”.

“Padre, David nunca me ha visto haciendo esto”, dijo la presbítera, perpleja. “Yo siempre he juntado, sóla, las mejores uvas rojas en el lagar, para hacer el vino que habrá de utilizarse en la Santa Liturgia. David hace lo mismo con los granos de trigo. Pero yo nunca he hecho ésto frente a él. Separó las espigas que tenían más granos y me dijo: 'Estas espigas, mamá presbítera, desházlas con tus manos. Te voy a ayudar yo también. Luego llevaré el trigo al molino. Con la harina de este trigo tienes que hacer la prósfora para la Santa Liturgia'. Y aunque nunca, hasta ese día, me había llamado 'presbítera', en esos momentos no pude decir nada. Hablándome así, me hizo entender que no era necesario oponerse a lo que me dijo”.

(Traducido de: Cuviosul David „Bătrânul” - „Copilul” Înaintemergătorului, traducere din limba greacă de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2003, pp. 29-30)



 

Leer otros artículos sobre el tema: