La Oración de Jesús, manantial de los dones de Dios
¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador!
Practiquemos, pues, la oración de todo el tiempo, la oración con la que se salvan los monjes; esa oración que actualmente empieza a ser considerada más seriamente y en la cual muchos se han instruído, pero que pocos saben pronunciar como es debido: "¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador!"
Esta oración es una forma de acercarse a Dios, un medio de examinarse a uno mismo, un pensamiento arquetípico para el conocimiento de los otros pensamientos, una forma de enriquecimiento espiritual a través de la disciplina mental y, finalmente, un medio por el cual Dios nos da sus dones.
(Traducido de: Arhimandrit Teofil Pârâian, Cuvinte către tineri, Editura Omniscop, Craiova, 1998, p. 13)