La oración mantiene las tentaciones a la distancia
Una vez, siendo principiante, tuve que luchar contra el demonio del desenfreno.
Una vez, siendo principiante, tuve que luchar con el demonio del desenfreno. Me acosté a dormir, pero inmediatamente empezó en mí una intensa guerra con el cuerpo. Entonces, me puse a orar con todas mis fuerzas. Después de un breve lapso, cuando me hallaba ya en esa etapa entre la vigilia y el sueño, tuve una visión. Junto a la puerta había un demonio, así como lo describen los Santos Padres, con cuernos, alas negras y todo lo demás, como pavoneándose. Sin embargo, no lograba entrar en mi celda. Entonces, me desperté y me fui directamente, a buscar al anciano (geronta) José. Después de contarle todo lo sucedido, me dijo, “¡Observa, hijo mío, que el poder de la oración lo mantiene alejado y no se te puede acercar!”.
(Traducido de: Ieromonahul Iosif Aghioritul, Stareţul Efrem Katunakiotul, Editura Evanghelismos, p. 226)