La oración más simple te salva cuando sientes que todo está perdido
Es importante contar con esta arma: la oración simple, sin pretensiones, sin santidad, esa que, no obstante, te santifica con su propia santidad, llevándote a sentir que no estás solo en la enfermedad, que te tiende la mano.
Si te hallas al fondo del abismo, no desesperes y si has alcanzado ya la cima de la montaña, no te permitas marearte. Debes saber que esto último es más importante que lo primero: no aturdirte cuando has llegado alto. Porque en el fondo del abismo recurres a la oración, como proveedora de fuerzas, pero cuando llegas a la cima es fácil olvidarte de ella.
Esto no significa que debamos pedirle siempre a Dios que nos envíe al fondo del abismo, pero, fatalmente, en el curso de esta vida todos habremos de caer más de alguna vez en lo profundo del despeñadero. Es importante, entonces, contar con esta arma: la oración simple, sin pretensiones, sin santidad, esa que, no obstante, te santifica con su propia santidad, llevándote a sentir que no estás solo en la enfermedad, que te tiende la mano. Es suficiente con que seas receptivo.
(Traducido de: Mitropolitul Bartolomeu Anania, Rugăciunea, izvor de putere în încercările vieţii, Editura Doxologia, pp. 37-38)