La oración nos da la verdadera libertad
Sanando al hombre del pecado y las pasiones, la oración lo libra de la esclavitud y lo protege de sus aciagas consecuencias.
La oración hace verdaderamente libre al hombre y lo aparta de los esclavizantes límites de su “yo” pecador, para abrirlo al infinito divino. Sanando al hombre del pecado y las pasiones, la oración lo libra de la esclavitud y lo protege de sus aciagas consecuencias. Como dice el Apóstol, el hombre liberado “de la esclavitud de la corrupción” (Romanos 8, 21).
La oración salva al hombre de la alienación del pecado. Con esto, (el hombre) deja de ser conducido por fuerzas perniciosas y ajenas, no es más sometido a la ley del pecado que pervive en él, encuentra en Dios su verdadero ser y llega a realizar por sí mismo el bien que desea. La simple recuperación de su naturaleza real le devuelve la libertad, porque esta consiste, como dice San Gregorio de Nisa, en la identidad con nuestro propio ser y la conformidad con él.
(Traducido de: Jean-Claude Larchet, Terapeutica bolilor spirituale, Editura Sofia, p. 311-312)