La oración, nuestro alimento espiritual
Tal como los alimentos del cuerpo nos parecen casi insípidos cuando los ingerimos a toda prisa, con avidez, así también el alimento espiritual pierde su gusto para nuestra alma cuando repetimos las palabras de la oración a toda velocidad, esperando terminar lo antes posible.
La causa de la ofuscación al orar es una insuficiente concentración. La oración es nuestro alimento espiritual. Tal como los alimentos del cuerpo nos parecen casi insípidos cuando los ingerimos a toda prisa, con avidez, así también el alimento espiritual pierde su gusto para nuestra alma cuando repetimos las palabras de la oración a toda velocidad, esperando terminar lo antes posible.
En lo que respecta al gusto ordinario, la lengua “descompone” la comida en sus elementos y distintos componentes, y en esta descomposición encuentra el sabor. Lo mismo ocurre con el gusto espiritual: el alma descompone la oración en sus elementos y componentes, es decir, en palabras o ideas, y en estos encuentra su sabor. Sin la descomposición de la oración y si no nos apropiamos de esta descomposición, es imposible que hallemos dulzura en la oración.
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Către păstorii duhovnicești, Editura Sophia, p. 183)