La oración personal: una comunicación directa con Dios
Nuestro Señor introdujo, con Su ejemplo personal, en primer lugar, la oración individual, personal.
Quisiera hablar un poco de una de las formas de la oración, es decir, de una de las dos que existen: la oración colectiva y la oración personal. No hablaré de la oración comunitaria, que es la que practicamos en la iglesia en nuestra vida litúrgica. Pero es que nuestro Señor introdujo, con Su ejemplo personal, en primer lugar, la oración individual, personal. Y, para espabilar a Sus contemporáneos, incluso llegó a negar el valor de las oraciones públicas, esas que hacían los fariseos en plazas, calles y cruces de caminos. Ciertamente, nuestro Señor condenó esa forma de oración, pero, en cambio, no condenó la oración que se hacía en el templo, la cual también Él y Sus Apóstoles practicaban.
Los Santos Evangelistas nos relatan una y otra vez que nuestro Señor solía retirarse a orar lejos de Sus discípulos, subiendo una montaña o buscando la soledad del desierto. Su propósito era entrar en una estrecha comunión con el Padre Celestial. Y es que Él, como Dios, no se había apartado del Padre, y periódicamente sentía la necesidad de esa comunicación mutua, por medio de la oración directa y personal, porque Jesús es una persona, y el Padre Celestial es también una persona.
(Traducido de: Mitropolitul Bartolomeu Anania, Rugăciunea, izvor de putere în încercările vieții, Editura Doxologia, Iași, 2013, p. 12)