Palabras de espiritualidad

La oración personal y el ejemplo de Cristo

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El Señor introdujo primero, con Su propio ejemplo, la oración personal. Incluso, para espabilar a Sus contemporáneos, llegó al punto de objetar el valor de las plegarias públicas, que los fariseos solian hacer en plazas, calles y mercados.

Ahora quisiera hablar de una de las dos formas de oración que existen, es decir, la oración colectiva y la oración personal. No hablaré de la oración en común, que conocemos y practicamos en la Iglesia, en nuestra vida litúrgica. Pero es que el Señor introdujo primero, con Su propio ejemplo, la oración personal. Incluso, para espabilar a Sus contemporáneos, llegó al punto de objetar el valor de las plegarias públicas, que los fariseos solian hacer en plazas, calles y mercados. Nuestro Señor condenó esa forma de orar, pero no condenó, en cambio, la oración que se hacía en el templo, misma que también Él practicaba, al igual que los Apóstoles.

En reiteradas ocasiones, los Santos Evangelistas dicen que nuestro Señor Jesucristo solía apartarse un poco para orar lejos de Sus discípulos, y subía una montaña, o se iba al desierto. Todo esto, para entrar en una cercana comunión con Su Padre celestial. Él, siendo Dios, jamás se apartó del Padre, pero frecuentemente sentía la necesidad de comunicarse con Él, por medio de la oración directa y particular, porque tanto Jesús como el Padre son personas.

(Traducido de: Mitropolitul Bartolomeu Anania, Rugăciunea, izvor de putere în încercările vieții, Editura Doxologia, Iași, 2013, p. 12)