La oración por el prójimo otorga gracia al que ora y a aquel por quien éste ora
Oren mucho más por los otros, que por Ustedes mismos. Digan “Señor Jesucristo, ten piedad de mí”, y lograrán llevar dentro de Ustedes, por siempre, a los demás.
Cuando nosotros o alguien cercano a nosotros tenga algún problema, pidamos su oración a los demás, una oración llena de fe y de amor. Y estén seguros que Dios recibe con agrado esas oraciones e interviene, obrando milagros. Esto es algo que no terminamos de entender. Solemos tomarlo demasiado simple, diciendo a los otros un mero “Ora por mí”.
Oren más por los otros, que por ustedes mismos. Digan “Señor Jesucristo, ten piedad de mí” y lograrán llevar dentro de Ustedes, por siempre, a los demás. Todos somos hijos del mismos Padre, todos somos uno: por eso, cuando oremos por los demás, digamos, “Señor Jesús, ten piedad de mí”, y no “ten piedad de él/ella”. Porque se trata de hacernos uno con los demás.
La oración por los demás, cuando es hecha en paz y con amor profundo, es desinteresada y se hace de gran ayuda espiritual. Otorga gracia al que ora y a aquel por quien éste ora.
(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, Traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003, p. 223)