La oración pura no tiene límites
La oración no sólo acerca al hombre a Dios, sino que también lo une a Él y lo hace un sólo espíritu con Él.
La oración, en su ascenso, en su desarrollo, no tiene fin, porque se une al Dios que no tiene límites. Orando, el hombre obtiene gracia y una infinita sabiduría espiritual, porque se une a Dios, Quien es eterno.
La oración no sólo acerca al hombre a Dios, sino que también lo une a Él y lo hace un sólo espíritu con Él. ¡El amor a Dios y el amor al prójimo no podrían venir por otro camino a nosotros, sino por el de la oración!
Si ofendiste a alguien o alguien te ofendió, y empiezas a recordarle en tus oraciones, verás cómo desaparece inmediatamente aquel sentimiento. Con la oración se disipa la enemistad y te “ganas” al otro, llevándolo a la reconciliación, a la unidad.
(Traducido de: Arhimandrit Cleopa Ilie, Îndrumări duhovniceşti pentru vremelnicie şi veşnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 246)