Palabras de espiritualidad

La oración que lleva nuestra mente al corazón

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

“¿Cuántas veces hay que repetirla?”, me preguntó alguien. Le respondí: “Pronúnciala una sola vez, pero no termines jamás”.

Intentemos repetir: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador!”. Pero, atención: esta oración no tiene ningún valor si hablamos. Es una oración que recibe tres denominaciones distintas: “Oración de la mente”, “Oración de Jesús” y “Oración de la mente en el corazón”. No es correcto llamarla simplemente “Oración del corazón”. En cualquier momento puede venir algún ataque por parte del enemigo; también de noche aparecen las tentaciones. Por eso, tenemos que saber repelerlas con precisión. Pero en silencio. No hace falta actuar como la gallina, que, cada vez que pone un huevo, hace un alboroto que se escucha en todo el corral. Los ascetas y los ermitaños luchaban en silencio, con una oración imperceptible.

“¿Cuántas veces hay que repetirla?”, me preguntó alguien. Le respondí: “Pronúnciala una sola vez, pero no termines jamás”.

También es muy bueno leer el Salterio. Pero no pretendamos leerlo de una vez, de principio a fin, porque eso sería una muestra de falta de equilibrio espiritual. Se ha constatado que al demonio no le agrada que uno lea los Salmos. Lo que yo recomiendo es leer una sola katisma al día. Dos katismata, para los más avanzados. Y tres, si es alguien mucho más experimentado. Leer los Salmos es algo que requiere mucha atención, porque es lanzarse a lo profundo y luchar allí… Puedes vencer, pero tienes que saber nadar, tienes que saber cómo alcanzar la victoria,

(Traducido de: Ne vorbește Părintele Arsenie, ed. a 2-a, vol. 3, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2010, p. 119)