Palabras de espiritualidad

La oración que se hace juntos, une a la familia

  • Foto: Doxologia

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Después del casamiento, el nombre de la esposa debe ser “amada”. Sólo entonces los dos empezarán a ser, en verdad, un sólo cuerpo y una sóla alma.

Si la esposa no siente la ternura de su esposo, el vacío en su alma no podrá llenarse jamás con el amor de sus padres, ni de sus propios hijos. ¡Tan grande es el Sacramento del Matrimonio, que el vacío que provoca en el corazón de una mujer la falta de afectividad de su esposo, no podría llenarse ni siquiera con el amor de sus propios hijos! A la esposa no debe escondérsele nada, porque vendrá el momento en el que lo descubrirá. Cuéntale todo y consúltale todo. No está bien que conozca tus secretos por medio de tus parientes, compañeros de trabajo o amigos. Y es que la naturaleza femenina es muy intuitiva, tendiente a sospechar. Todo el tiempo duda y se pregunta, “¿Será que mi esposo me ama?”. Y si encuentra motivos para sus sospechas, se convierte en una fiera. Por eso, debes saber que lo único que puede conquistarla y puede unir a la familia, es la ternura. El esposo ideal no llama a su esposa por su nombre. Después del casamiento, el nombre de la esposa debe ser “amada” Sólo entonces los dos empezarán a ser, en verdad, un sólo cuerpo y una sóla alma.

Si tu esposa te falla en algo, no le contestes en el momento, enojado, sino por la noche, antes de dormir y estando solos los dos. Entonces, con suavidad, puedes decirle, “Amada, sabes, hoy me entristeciste con tal y tal cosa...”. Porque si le demuestras ternura, se va a arrepentir, talvez llorará, pero seguramente te pedirá perdón.

Si el esposo viaja a algún lado, “olvidando” anunciárselo a su esposa, y ésta se entera por medio de compañeros de trabajo, por ejemplo, tan grande es la herida espiritual provocada por el hecho de no haber sido la primera en saber del viaje, que con trabajo logrará superar tal decepción. Es necesario, entonces, estar siempre atentos. Si la esposa entiende que el esposo está con ella, entonces es capaz de cualquier sacrificio. La naturaleza femenina necesita de la naturaleza masculina. Vean, por ejemplo, que hasta en los monasterios de monjas es necesario siempre contar con un sacerdote bueno, de lo contrario, las monjas nunca podrían avanzar espiritualmente. La naturaleza femenina necesita siempre de la naturaleza masculina.

Así las cosas, en la medida de las posibilidades de cada quien, oren todos juntos en casa. La oración que se hace en familia, la une. Si pueden, cada mañana oren juntos y por la noche hagan los oficios correspondientes del Libro de las Horas.

De igual forma, es bueno que los esposos se confiesen con el mismo sacerdote y comulguen en la misma Divina Liturgia, que frecuenten la misma iglesia. Todo esto une enormemente a las familias.

No hace mucho, al Monasterio Vatopedi vino un joven, quien me dijo, “Conozco a una chica y pronto nos casaremos”. Le pregunté, “¿Se entienden bien?”. “Padre, nos entendemos muy bien, en todo”. “¿Es creyente, asiste a la iglesia... es ortodoxa?”. “Padre... ¡es el único asunto del que aún no hemos hablado!”. “Mira, hijo”, le dije, entonces, “eso era lo primero que debían discutir. Si no se identifican en las cosas espirituales, en la fe, ¡entonces su matrimonio desde ya está derruído!” No se puede de otra manera. La base del matrimonio es caminar juntos el sendero de la fe. De lo contrario todo es en vano.

(Traducido de: Mărturie athonită în România- Pelerinajul Arhimandritului Efrem- Octombrie 2002, Ed. Sfânta Mare Mănăstire Vatopedi, p.172-173)