La oración te abre los ojos, para que veas al que está a tu lado y conozcas su necesidad
La oración ata un alma de otra; le hace sensible ante el sufrimiento y el dolor. Si no hay oración o si la hay poca, no puedes llegar al corazón del que está a tu lado y conocerlo.
La oración propicia el amor entre las personas, lo mantiene vivo, lo estimula y lo muestra.
La oración te abre los ojos, para que veas al que está a tu lado y conozcas su necesidad.
De la piedad viene la oración y de la oración, piedad.
La oración por tu semejante es siempre ocasión de doble provecho; te bendice y te hace crecer en el amor, mientras que al otro lo llena del consuelo que pediste para él. Y no existe mayor don que el de la oración. Dáselo, en primer lugar, a aquel del que conoces su dolor y sufrimiento. Recuerda siempre que no existe nadie que no necesite tu oración y tu amor.
Y es la oración la que te muestra la necesidad de cada uno. Ella también te susurra cuándo hablar y cómo hacerlo, o si es mejor callar y permanecer a un lado.
La oración ata un alma de otra; le hace sensible ante el sufrimiento y el dolor. Si no hay oración o si la hay poca, no puedes llegar al corazón del que está a tu lado y conocerlo. Porque sólo la oración te hace, milagrosamente, ver los secretos del otro. Estando lejos de los suyos, San Serafín de Sarov sabía lo que era de ellos, al orar.
Ama y ora por los que ya no están con nosotros. Es una forma altísima de amor, que tiene su recompensa.
En lo que respecta a los que aún están vivos, así como dije, sólo por medio de la oración podemos alcanzar su amor, lejos de todo egoísmo, basada en Dios, trabajando con Él y para Él, no por nosotros y para nosotros.
(Traducido de: Jean-Claude Larchet, Ţine candela inimii aprinsă. Învăţătura Părintelui Serghie, Editura Sophia, pp. 99-100)