Palabras de espiritualidad

La oración y la contemplación, virtudes excelsas

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La mente debe mantenerse dirigida a Dios y a las cosas divinas. Todo lo que contravenga esta norma, por importante que sea, debe pasar a un segundo plano, e incluso ser considerado insignificante y perjudicial. Esta idea se nos explica con claridad en el Evangelio sobre Marta y María.

La mente debe mantenerse dirigida a Dios y a las cosas divinas. Todo lo que contravenga esta norma, por importante que sea, debe pasar a un segundo plano, e incluso ser considerado insignificante y perjudicial. Esta idea se nos explica con claridad en el Evangelio sobre Marta y María: Marta cumplió con una labor santa, porque se puso a servirle a nuestro Señor y a Sus discípulos; pero, María, permaneciendo a los pies del Señor para aprender de Él, fue más apreciada por Jesús, ya que eligió la mejor parte, una que nadie podría quitarle... Como podemos ver, nuestro Señor consideró que el bien más excelso es la oración y la contemplación, dejando a las demás virtudes en un lugar secundario, aunque admitamos que son necesarias, útiles y muy buenas, porque las practicamos por amor al bien. Nuestro Señor nos da a entender que la virtud más sublime no es la parte práctica, aunque, ciertamente, esta sea loable y fructífera, sino la contemplación divina, que es realmente simple y única, cuando dice que pocas cosas son necesarias para la felicidad perfecta… Cuando dice: “María eligió la mejor parte”, aunque no reprenda explícitamente a Marta, entendemos que considera su labor como menos importante. De igual forma, cuando dice: “que no se le quitará”, nos demuestra que la parte de Marta sí le puede ser quitada (porque el auxilio del cuerpo no puede permanecer para siempre con el hombre), y nos enseña que el trabajo de la primera no cesa jamás. De acuerdo con su forma de ser, Marta preparó una mesa abundante, aunque con una más frugal habría sido suficiente. A nuestro Señor le interesaba mucho más el alimento del alma que el del cuerpo. Con todo, Marta se muestra agitada y distraída. ¿Es posible que se tratara de una visita inesperada o de muchos comensales?

El punto es que Jesús le habla a Marta con delicadeza, con un dejo de piedad, diciendo que exagera con sus preocupaciones. Jesús no condena el trabajo de Marta y no habla despectivamente de la hacendosidad y la hospitalidad, sino que remarca el excesivo cuidado de Marta por los quehaceres materiales, ya que estos: 1. Le robaron la paz de su mente; 2. Determinaron la crítica a Jesús y a su propia hermana; 3. La privaron del provecho que hubiera podido recibir de las enseñanzas del Señor. Y es que Él pasa fácilmente de las cosas naturales a las cosas espirituales. Eligiendo la mejor parte, María no podía ser acusada, y nadie le podía quitar el provecho obtenido. Así, nuestro Señor no pudo aceptar la petición de Marta, de que María tomara parte de un llamado netamente inferior. 

(Traducido de: Sinaxarul Mare al lunii iunie, traducere de Dragoș Dâscă, Editura Doxologia, Iași, 2015, pp. 98-99)