La paciencia, una virtud vencedora
La paciencia debe revestir todo lo que la providencia de Dios envíe a nuestra vida espiritual. Por medio de la paciencia, el hombre se hace un buen guerrero y un infatigable trabajador, venciendo más veces que los demás, gracias a su sacrificio voluntario.
La paciencia debe revestir todo lo que la providencia de Dios envíe a nuestra vida espiritual.
Por medio de la paciencia, el hombre se hace un buen guerrero y un infatigable trabajador, venciendo más veces que los demás, gracias a su sacrificio voluntario.
Job eligió sacrificarse, entonces cuando vivía piadosamente y gozaba de sus hijos; nunca olvidaba pedirle a Dios por ellos, para ablandar el justo juicio de Dios por las faltas que aquellos cometían voluntaria o involuntariamente. Además, realizaba toda clase de buenas obras, siendo considerado como el padre de todos los huérfanos y protector de las viudas.
El sacrificio voluntario reveló a Job como un hombre piadosísimo, mas fue el sacrificio involuntario y constante, al soportar todos las aflicciones que lo anegaron, el que le dió un nombre eterno, glorificando en todo el mundo su entera virtud.
Así, si queremos mantener nuestra vida espiritual a un nivel adecuado para salvar a nuestros semejantes y a nosotros mismos, debemos, inexorablemente, avanzar en esa virtud que más rápidamente nos lleva a la victoria: la paciencia.
(Traducido de: Arhimandrit Serafim Alexiev, Viaţa duhovnicească a creştinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, Bucureşti, 2010, pp. 30-31)