La paz interior, ¡qué don tan preciado!
Él nos dará las fuerzas que nos faltan para amarnos a nosotros mismos y a nuestros semejantes. Sin el Señor, no nos podemos amar ni a nosotros mismos.
¡Hermano, no renuncies a tu paz interior por nada del mundo! Reconcíliate contigo mismo, y contigo se reconciliarán cielos y tierra. ¿Pueden reconocer la profundidad de esto que les estoy diciendo? ¿Cuántas veces lo he repetido? ¡Pero hasta el día de hoy ni yo mismo he podido alcanzar tal nivel!
Recordemos que todos podemos ser buenos, si nos unimos a la Fuente de la vida, que es Dios, con todo nuestro corazón. Y entonces Él nos dará las fuerzas que nos faltan para amarnos a nosotros mismos y a nuestros semejantes. Sin el Señor, no nos podemos amar ni a nosotros mismos. ¡Todo lo podemos en Él, porque Él es el poder y nuestra vida misma!
(Traducido de: Starețul Tadei de la Mănăstirea Vitovnița, Cum îți sunt gândurile așa îți este și viața, traducere de Valentin Petre Lică, Editura Predania, București, p. 90)