La práctica de nuestra fe cristiana
Las almas de los creyentes tienen que entregarse a Cristo sin reservas y sin compromisos, después de haber descendido a las profundidades de su ser y alzarse a las alturas de lo divino-humano.
La primera de las virtudes ascéticas es el trabajo de la fe. En consecuencia, las almas de las personas tienen que esmerarse en practicar esta virtud capital. Esto significa que las almas de los creyentes tienen que entregarse a Cristo sin reservas y sin compromisos, después de haber descendido a las profundidades de su ser y alzarse a las alturas de lo divino-humano. Esto es algo esencial para enraizar en las personas el hecho de que la fe en Cristo es una virtud que sobrepasa los estrechos límites de cualquier idea de nacionalismo, siendo, en este sentido, ecuménica y universal, trinitaria, y que para el creyente en Cristo es necesaria la esperanza en Cristo y solamente en Él, en cada momento de su vida.
(Traducido de: Părintele Iustin Popovici, Credința Ortodoxă și viața în Hristos, Traducere: prof. Paul Bălan, Editura Bunavestire, Galaţi, 2003, p. 14)