No es posible que Dios haya creado el mal. Puede que la pregunta sea: “¿Cómo es posible que exista el mal bajo el parasol del amor de Dios?”. No conozco, no sé la respuesta. Sinceramente. Pero también yo quisiera preguntar algo: ¿para qué necesitaría alguien saber eso que preguntas? ¿Por qué esmpecinarnos en obtener una respuesta que probablemente nos supera y no nos es de provecho? A mí, personalmente, esas cosas no me preocupan, porque no me interesa el “¿por qué?”. Lo importante es que el mal existe y es fuerte, de manera tal que siempre nos vemos amenazados por él.

El soberano de este mundo de oscuridad es el demonio. ¿Cómo le haremos frente? Y entonces viene la respuesta a esta pregunta: “El que está en vosotros es más que el que está en el mundo” (I Juan 4, 4), respuesta que significa dos cosas: en primer lugar, que Dios no solamente no está lejos de nosotros, sino que también está en nuestro interior; y, en segundo lugar, que es más grande y poderoso que el soberano del mundo. Él es Todopoderoso.

Así pues, lo que nos interesa es cómo vencer el mal que nos rodea, con la ayuda del Bien, es decir, Dios, a Quien inexorablemente tenemos que descubrir en nuestro interior. Invocamos el auxilio divino y luchamos con brío contra el pecado, el mal y el demonio. ¿Acaso esto es poco?

(Traducido de: Nicolae, Mitropolit de Mesoghéia și Lavreótica, Dacă există viață, vreau să trăiesc, Editura Doxologia, Iași, 2017, p. 92)