El stárets Jacobo (Tsalikis) decía:

«Hijo mío, las personas son ciegas y no ven lo que sucede en el Santo Altar durante la Divina Liturgia. Un día, al oficiar la Liturgia, sentí que no podía hacer la Gran Entrada (con los Santos Dones), debido a lo que estaban presenciando mis ojos. El cantante repetía y repetía. “Nosotros, quienes místicamente representamos a los querubines…”, cuando, repentinamente, sentí que alguien me empujaba por el hombro, llevándome al Santo Proskomediario. Entonces, creyendo que era el cantante, dije: “¡Bendito de Dios! ¡Tanta irreverencia...! ¡No solo entra por las Santas Puertas, sino que, después, viene a empujarme!”. Me volteé y… ¿qué fue lo que vi? Una inmensa ala de arcángel, conduciéndome para que hiciera la Gran Entrada.

¡Qué cosas tienen lugar en el Santo Altar durante la Divina Liturgia! A veces, cuando estoy muy cansado, me siento un poco en una silla. Si hay alguien más oficiando conmigo, seguramente piensa que tengo algún problema de salud, pero es que nadie sabe lo que veo y escucho yo. ¡Cómo vuelan, hijo mío, los ángeles! Y cuando el sacerdote dice: “Por las oraciones…”, los Poderes Celestiales se retiran y en el Santo Altar reina una perfecta serenidad».

(Traducido de: Un Stareţ sfânt – fericitul părinte Iacov Egumen al Sfintei Mănăstiri „Cuviosul David”, Editura Bunavestire - Bacău 2002)