La primavera espiritual del alma que lucha
La oración y la humildad son las armas todopoderosas que debemos tener permanentemente en nuestras manos, con una atención siempre lúcida, porque estas, con el auxilio de Dios, habrán de darnos la victoria sobre los demonios.
«Ora sin cesar. ¡Que Dios te conceda Su bendición desde el inicio! Que la oración no se aparte de ti, o, mejor dicho, que tú no te apartes de la oración, porque ella es la vida del alma, la respiración del corazón, la dulce y fragante primavera que engendra otra primavera, una espiritual, en el alma que lucha.
Hijos míos, la oración y la humildad son las armas todopoderosas que debemos tener permanentemente en nuestras manos, con una atención siempre lúcida, porque estas, con el auxilio de Dios, habrán de darnos la victoria sobre los demonios.
Paciencia, hijos míos, y no pierdan el valor. Oren con intensidad; no se dispersen en cosas terrenales; y aunque tengan preocupaciones, no olviden que son pasajeras. Mantengan la oración y el recuerdo de la muerte siempre ante sus ojos. “Tengo siempre al Señor en mi presencia, lo tengo a mi derecha y así nunca tropiezo” (Salmos 15, 8).
Si oras fervientemente y sin cesar, no caerás. Sin embargo, si descuidas la oración, sufrirás una terrible caída general».
(Traducido de: Comori duhovniceşti din Sfântul Munte Athos – Culese din scrisorile şi omiliile Avvei Efrem, Editura Bunavestire, 2001, p. 282)