La puerta a la contrición está siempre abierta
La sentencia será definitiva. Una sola cosa puede librarte de un final así: la contrición.
El pecador cree que nadie lo mira y, oculto en la oscuridad de la noche o la soledad del lugar, siente que nadie observa lo que hace. Pero el ojo de Dios todo lo ve; su ángel guardián y también su propia conciencia son testigos de cada uno de sus actos. Cuando vayas al Juicio, hermano, todo será revelado, todo lo que te parecía oculto será dado a conocer; y esos testigos —que no pueden ser comprados— estarán presentes. Y no podrás decir nada para defenderte. La sentencia será definitiva. Una sola cosa puede librarte de un final así: la contrición. La puerta hacia ella siempre está abierta. Apresúrate a entrar, antes de que te llegue la hora postrera en el momento menos esperado, llevándose contigo todos tus pecados, y eliminando cualquier esperanza de perdón.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Editura Sophia, București, p. 52)