Palabras de espiritualidad

La responsabilidad del confesor

    • Foto: Crina Zamfirescu

      Foto: Crina Zamfirescu

Translation and adaptation:

Si no sabe cómo proceder al confesar un alma, buscando un equilibrio entre la mesura y la severidad del canon, o la recarga en demasía, llevándola a la desesperanza, o la llena de valor y coraje.

Al confesar, o pierdes un alma —si no sabes bien cómo ganártela—, o la salvas. Sí, ¡el confesor es como un cazador de almas! ¿Entiendes? Si no sabe cómo proceder al confesar un alma, buscando un equilibrio entre la mesura y la severidad del canon, o la recarga en demasía, llevándola a la desesperanza, o la llena de valor y coraje.

¿Qué hace un herrero? ¿Cómo procede cuando quiere forjar el metal de un hacha, de unas pinzas o de cualquier otra herramienta? Lo hace con un cuidado especial, porque, si no, el metal podría terminar resquebrajándose. O también puede ocurrir que, al ponerlo al fuego, el metal se vuelva demasiado suave y pierda firmeza.

Lo mismo debes hacer tú, como confesor, fraguando esa alma para Cristo. No debe quedar ni demasiado suave, es decir, ociosa, ni demasiado rígida, con un corazón de piedra. ¡Con tanto tacto debemos trabajar los sacerdotes! Es importante no sobrecargar esa alma, para que no se desaliente. Pero tampoco debes dejarla sin un poco de canon y sin consejo, para que no vuelva a caer en el pecado, partiendo de ti llena de indolencia y sin sentir que acaba de confesarse.

(Traducido de: Arhimandritul Cleopa IlieÎndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 75)