La respuesta es una sola: ¡ama a Cristo!
“¿Quieres amar a tus semejantes? ¡Ama a Cristo y verás de qué forma empezarás a amar a los demás, aunque no quieras!”
El anciano Jerónimo decía: “¿Quieres amar a tus semejantes? ¡Ama a Cristo y verás de qué forma empezarás a amar a los demás, aunque no quieras! El amor que viene del amor de Cristo es un amor fuerte y duradero. ¡Ama a Cristo!”.
El amor es el signo que identifica a los cristianos. El anciano Anfiloquio decía: “Tenemos que amar a la persona de Cristo, porque es un amor necesario para la vida de nuestra alma. Tenemos que aprender a amar todo lo creado por Dios, como los animales, los árboles, las aves y, especialmente, el hombre, que es la más perfecta de todas las criaturas de Dios”.
(Traducido de: IPS Andrei Andreicuț, Mai putem trăi frumos? Pledoarie pentru o viață morală curată, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2004, p. 39)