La revuelta interior que enfrenta cada adolescente
El joven, en este andar, no solamente necesita independencia y libertad, en lo que concierne al medio familiar, sino también una comunicación más amplia y más sólida.
Durante la adolescencia, muchas son las transformaciones que aparecen en la constitución psico-somática del niño, relacionadas directamente con su avance hacia la plenitud, hacia el perfeccionamiento. Es decir que el chico empieza, poco a poco, a hacerse enteramente un hombre, en tanto que la chica se convierte plenamente en mujer, en la medida de lo posible. El joven y la joven parten en esa dirección desde el momento en que se encuentran en el Sacramento del Matrimonio. Desde luego, no es solamente con el matrimonio que el hombre puede alcanzar determinada plenitud. También fuera del Matrimonio hay perfección, una mucho más elevada, cuando la persona realiza el Misterio del Matrimonio con Dios.
En consecuencia, el joven, en este andar, no solamente necesita independencia y libertad, en lo que concierne al medio familiar, sino también una comunicación más amplia y más sólida. En el adolescente ocurre una verdadera revuelta a nivel psicológico, biológico, intelectual y volitivo. Sin duda, se trata de una auténtica revolución. Todo eso, preexistente ya de forma latente, emerge bruscamente y sin previo aviso, desatando distintos estados. El hecho de que el joven no sea guiado correctamente, tanto por su familia como por la sociedad misma, tiene terribles consecuencias. Cuando esa revuelta toma lugar en el interior del joven, se ve a sí mismo en el centro de una sociedad que pareciera estar lista para engullirlo.
Y, ciertamente, bajo el dominio de esa rebelión interior, considerando que en la sociedad encontrará la emancipación, el joven habrá de sufrir mucho. El adolescente debe entender que tiene que avanzar hacia el perfeccionamiento, y que aún no es perfecto. Se encamina hacia un punto al que ún no ha llegado. Tiene que perfeccionar algo que todavía no se ha cumplido. Si no toma en cuenta esto, ante cualquier sentimiento que aparezca en su interior —intelectual, volitivo o biológico—, lo primero que hará será intentar satisfacerlo, lo cual, inevitablemente, lo arrastrará al sufrimiento.
(Traducido de: Arhimandritul Simeon Kraiopoulos, Adolescenţă, feciorie, căsătorie, Editura Bizantină, Bucureşti, 2010, p. 48)