La sabiduría de Dios al castigar nuestras faltas y premiar nuestras virtudes
Si partimos de la idea de que Dios es bueno, terminaremos deduciendo que hay un motivo bien fundamentado para que Él demore Su respuesta a nuestras plegarias.
Juzgando las cosas a la ligera, algunos llegan a la conclusión de que Dios o es olvidadizo, o es malo. Incitado por el maligno, el hombre no hace sino acusar a Dios o a los demás por sus propias faltas. Si partimos de la idea de que Dios es bueno, terminaremos deduciendo que hay un motivo bien fundamentado para que Él demore Su respuesta a nuestras plegarias. Lo que tenemos que hacer, pues, es intentar obtener un provecho de esa dilación.
Este pensamiento me acaba de venir a la mente: si Él no nos castiga inmediatamente por nuestras faltas, sino que nos permite ver nuestro error y pedirle perdón, de la misma manera, por una buena razón, no nos recompensa en el acto por el bien que hacemos y no nos concede pronto lo que le pedimos. El Señor “tarda”, tanto al castigar como al premiar. De lo contrario, existiría el riesgo de que cayéramos en el pecado de la vanidad, si Dios respondiera inmediatamente a nuestras peticiones. El problema es que pocas personas son lo suficientemente maduras en lo espiritual, para que este asunto no las confunda.
(Traducido de: Kiris Vasile, Bătrânul Alipie: Răspunsuri la frământări cu privire la existența lui Dumnezeu ,traducere de Carolina Raluca Ghețu, Editura Egumenița, Galați, 2013, pp. 49-50).