La salvación es una muestra más del amor de Dios
Él, aun estando libre de pecado, nació como un niño, siendo Él mismo eterno. Por eso, nos ordena: “Os aseguro que, si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de Dios” (Mateo 18, 3).
Nuestro buen y todopoderoso Rey, queriendo mostrarnos como herederos de Su Reino, envió a muchos mensajeros a dar testimonio de Su inefable riqueza y la indescriptible Gloria de su Reino, pero también a hablarnos de la tristeza que no tiene fin y de que, quienes odian al maligno y sus vilezas, vienen a Dios y participan eternamente de Sus bondades. Y esto no es precisamente de provecho para Dios, sino para ellos mismos.
Por su parte, todos los que son desobedientes e incrédulos sirven al maligno, no a Dios, perjudicándose a sí mismos de gran manera. Porque Él mismo no necesita nada de nosotros, ya que nada le falta, solamente nuestra salvación, pero esta también (debe ser) por medio de nosotros mismos. Esto habla de cuánto nos ama. Así, hermanos, busquemos, con toda nuestra alma, la salvación, como lo quiso Aquel que nos ama y por lo cual nos ha demostrado tanta clemencia.
Porque, queriendo el Altísimo enaltecernos con Él, por nosotros fue que descendió a la tierra, Él, que está más allá de los Cielos (Salmos 8, 1). El rico se hizo pobre voluntariamente hasta quedarse solo con un cuerpo y sufrir hasta la muerte misma, siendo verdaderamente inmortal con Su divinidad y con Su naturaleza, pero con el afán de librar de la muerte a la humanidad. ¡Oh, cuánta misericordia y qué inefable y prodigioso cuidado para con nosotros! ¡Oh extraño asombro y maravillosa visión, insondable para los mortales! Porque fue por nosotros que Él, aun estando libre de pecado, nació como un niño, siendo Él mismo eterno. Por eso, nos ordena: “Os aseguro que, si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de Dios” (Mateo 18, 3).
(Traducido de: Sfântul Neofit Zăvorâtul din Cipru, Scrieri V, traducere de Laura Enache, Editura Doxologia, Iași, 2016, pp. 197-198)