Palabras de espiritualidad

La santa sencillez que tanto le agrada a Dios

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

No importa “quién” seas ni cuántos diplomas tengas colgados en tu pared o en tu cabeza: si tu corazón no es honesto, no cosecharás nada, y tampoco serás libre.

El problema divino radica tener una gran integridad interior. Ha habido una gran cantidad de santos con una incontestable vida ascética, pero sin mayor preparación intelectual —algunos de ellos ni siquiera se sabían el “Padre nuestro” de memoria—, y aún así eran capaces de dominar la naturaleza, justamente por su virtud. También hay otro ejemplo, uno más “plástico” si se quiere: en un monasterio, el stárets vio a un monje elevándose del suelo, y se dijo: «Esos son los frutos de su esfuerzo». Algún tiempo después, volvió a ver al monje, esta vez caminando sobre el suelo. Y pensó: «Ya perdió los frutos que había cosechado». Lo llamó y le preguntó: «¿Cómo orabas antes, hermano?». Y el otro le respondió: «“¡Señor, no te apiades de mí, que soy un pecador! ¡Señor, no te apiades de mí, que soy un pecador!”. Pero, un día, sin querer, lo dije en voz alta cuando me hallaba en la iglesia, y un padre que me escuchó me dijo: “¡Es incorrecto orar así! Tienes que decir: ¡Señor, ten piedad de mí!”. Desde entonces oro así». Y el stárets le dijo: «Sigue orando como lo hacías antes». No hay ninguna ciencia en esto. El monje oraba con sinceridad, y a Dios le agradaba esa santa sencillez.

No importa “quién” seas ni cuántos diplomas tengas colgados en tu pared o en tu cabeza: si tu corazón no es honesto, no cosecharás nada, y tampoco serás libre. ¿Alguien cree que el maligno es libre? ¡No! Es el que más sufre, porque no está en Cristo. Aún más, se declara “enemigo de Cristo”. Así pues, no le temamos; es un tolerado, no alguien con poder. Insisto, no hay libertad sino en la verdad, y la Verdad es Cristo. Él es, además, el Camino y la Vida.

(Traducido de: Duhovnici români în dialog cu tinerii, Editura Bizantină, București, pp. 129-130)