‟Debéis santificaros y ser santos” (Levítico 11, 44).

Bendito hijo mío,

Con toda el alma deseo que alcances la santidad. Y esto no es algo tan difícil de conseguir. Solamente debemos concentrarnos en nosotros mismos. Y mantener la mirada dirigida al Cielo. Y nuestra mente, pura. Hablar solamente cuando sea necesario y provechoso. Apartar todo enojo. Nuestro hombre interior, en paz. Y nuestra lucha, permanente y sin retroceder. Nuestra fe, poderosa. Nuestra oración, ferviente. Anhelar todo el tiempo y prepararnos para gustar del Cáliz de la Vida. ¡He aquí la santidad! Te la he descrito de pies a cabeza.

Tu padre espiritual.

(Traducido de: „Înger pământesc și om ceresc”. Părintele Eusebiu Giannakakis (1910-1995)​, traducere de Mircea Ștefan, Editura Doxologia, Iași, 2013, p. 229)