La serenidad, ese don que tendríamos que cultivar con más asiduidad
Es bueno que cada persona tenga una hora al día de tranquilidad, de sosiego, para ensimismarse, para reconocer sus pasiones y luchar contra ellas, para purificar su corazón.
En la vida espiritual es de gran ayuda la paz, la calma. Es bueno que cada persona tenga una hora al día de tranquilidad, de sosiego, para ensimismarse, para reconocer sus pasiones y luchar contra ellas, para purificar su corazón. Del mismo modo, es recomendable que en la casa haya una habitación tranquila, que de cierta manera evoque la atmósfera de una celda monacal. Ahí, “en lo secreto”, cada miembro de la familia podrá cumplir con sus obligaciones espirituales, como leer libros de edificación interior y, por supuesto, orar.
Un poco de lectura espiritual, como un paso previo a la oración, es algo de gran ayuda, porque por medio de esto el alma empieza a calentarse, en tanto la mente se eleva al espacio espiritual. Por eso, cuando sientas que tu día se consume sin un propósito, busca la forma de dedicar unos diez minutos a la oración y otros dos o tres a la lectura de algo “fuerte”, algo espiritual, para hacer de tu día algo verdaderamente provechoso.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești, Vol. IV Viața de familie, Editura Evanghelismos, București, 2003, p. 165)