La única forma de entrar al Paraíso
Cada mañana, Dios bendice al mundo con una sola mano, pero cuando ve a un hombre humilde, lo bendice con ambas manos.
La humildad abre las puertas del Cielo para que la Gracia de Dios venga al hombre, en tanto que el orgullo las cierra. El Padre Tikón decía: “Un solo hombre humilde tiene mucha más Gracia que una multitud entera. Cada mañana, Dios bendice al mundo con una sola mano, pero cuando ve a un hombre humilde, lo bendice con ambas manos. ¡El más grande de todos es el más humilde!”.
Todo depende de tener una mente humilde. Cuando el hombre tiene una mente humilde, en él se encuentran, inevitablemente, el Cielo y la tierra. Ser humilde es hallar el “botón”: lo oprimes y te elevas hasta el “tercer Cielo”, con el ascensor espiritual del amor.
He oído que algunos dicen: “¿Por qué Dios quiere que seamos humildes?”. ¡Habráse visto! Pero es que, si el hombre no se hace humilde, no cabrá en el Cielo y tampoco tendrá paz en esta vida. ¿Qué dijo Cristo? “Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas”.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești, Vol. V Patimi și virtuți, Editura Evanghelismos, București, 2007, pp. 168-169)