Palabras de espiritualidad

La unión entre Dios y el hombre

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

El Hijo de Dios sigue encarnándose en los fieles, haciendo de ellos miembros del cuerpo místico de Cristo y brotes de la vid que es Él Mismo.

Al hablar de la cercanía del hombre con Dios, los Santos Padres comparan ese vínculo con el metal calentado al fuego. Y dicen que, del mismo modo en que el hierro, cuando es puesto al fuego, recibe las características de este y adquiere algo su naturaleza, así también, el hombre que se mantiene en estrecha relación con Dios, no solo es deificado por Él, sino que Dios Mismo se muestra en su persona. Si sabemos qué es una cosa encendida al fuego, sabemos también lo que es un hombre deificado. Es decir, algo que empieza a relacionarse con Dios, un hombre en el cual Dios viene a manifestarse.

Se dice que el Hijo de Dios Encarnado deificó a la humanidad entera. Luego, el Hijo de Dios sigue encarnándose en los fieles, haciendo de ellos miembros del cuerpo místico de Cristo y brotes de la vid que es Él Mismo. Con esto, reciben también algo de la presencia de nuestro Señor Jesucristo. Desde luego que “tal como la humildad es un don sin nombre, conocido solamente para quien lo posee”, como dice San Juan Clímacoasí también la deificación es algo que va más alla de nuestra comprensión, pero entendida solamente por quienes se deifican, “quienes participan de la naturaleza divina”, en palabras del Santo Apóstol Pedro (II Pedro 1, 4).

Esto es algo que buscamos, pero no lo entendemos. Lo perseguimos, pero no lo entendemos sino hasta el momento en que sentimos el céfiro divino en nosotros, por medio de la Gracia.

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniți de luați bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, pp. 76-77)