Palabras de espiritualidad

La verdadera dimensión del arrepentimiento

    • Foto: Bogdan Bulgariu

      Foto: Bogdan Bulgariu

Dios, siendo libre de toda falta y perfecto, se compadece de mí, de mi muerte, de mi perdición. Por eso, cuando nos arrepentimos, entramos en la contrición de Dios.

¿Qué es el arrepentimiento? ¿Un acto moral? ¿Y cómo, por medio de un acto moral, recibimos el Espíritu eterno? La contrición es un acto esencial, es decir, propio del ser, un ser que pasa de una naturaleza animal a otra espiritual, divina. El arrepentimiento del hombre —y aquí podría citar miles de pasajes bíblicos— es Dios arrepintiéndose en mí. Él, siendo libre de toda falta y perfecto, se compadece de mí, de mi muerte, de mi perdición. Por eso, cuando nos arrepentimos, entramos en la contrición de Dios. Y nosotros, los confesores, si no entendemos este misterio, estaremos estropeando algo que es, en sí, muy delicado.

Porque nuestro Dios es un Dios humilde, Quien nos lleva a la humildad, no porque seamos siervos Suyos, sino que nos lleva a humillarnos solamente para que nos hagamos como Él, para que nos deifiquemos. Si no entendemos algo tan fundamental, en vano hacemos todo lo demás como mentores espirituales. Todo se convertirá en un simple oficio humano; intentaremos hacer mejores personas, una sociedad más justa, corregir un poco la historia… y después nos quedaremos vacíos. Pero, si entendemos todo esto en su verdadero espíritu, avanzaremos en la labor que se nos ha encomendado, obrando las cosas de Dios y permitiéndonos olvidar todo lo que es del mundo, como la historia, nuestra etnia, la moral y el “mejoramiento” personal, porque todo se perfeccionará desde el espíritu mencionado. Y aunque quisiera decirles muchas cosas más, prefiero terminar aquí. ¡Que Dios tenga piedad de nosotros!

(Traducido de: Ieromonahul Rafail Noica, Cultura Duhului, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2002, p. 62)